miércoles, 11 de junio de 2008

In memoriam



Recuerdo los días largos
de cada invierno frío,
cuando en tus fuertes brazos
tú me brindabas abrigo.

Recuerdo las tardes tibias
de los otoños vividos
cuando al mirarme decías:
“Que linda que es mi niña”

Y cuando un día, de pronto,
brotó de ti un gran consejo
que todo el tiempo ido
ha sido guía en mi sino:
“Hija, cuando quieras cobijo
busca entre todos los árboles
y mira bien si la copa
es suficiente y es amplia”.

Siempre lo hago así,
y a través de los años entendí
que esa “copa” tiene
formas diversas:
experiencia, bondad,
libertad, honestidad,
que es de espíritus enseñables,
de quien está dispuesto
a enmendarse y a no vivir
continuamente equivocado.

Por eso, te amo padre
porque además
de llevar tu sangre,
llevo tus huellas grabadas
en mis actos más notables,
que espero sean muchos
para honrar tu memoria.