sábado, 22 de marzo de 2008

Primer Escrito

TOCAR EL ROJO
Quisiera tocar el rojo
del color de las manzanas;
tocar el rojo
de la sangre de tus venas,
de tus labios, de tus penas,
del color de tus rubores,
de tus iras, de tu encanto,
el rojo de las ciruelas,
el rojo de nuestras guerras,
del peligro que acosa.
Quisiera tocar el rojo
del amor que todos tienen,
tal vez rojo del pecado,
o el rojo del acusado.
Pero me detengo pronto,
porque el rojo es para verlo,
el rojo del fuego quema,
el rojo dice:
"Detente, no me provoques,
no toques".

Segundo Escrito


Siempre

¿Será posible que esta tarde de nubes,
luz rojiza y atardecer otoñal,
tu recuerdo me abandone
y me deje pensar?

¿Será posible amor que me des tregua y te apartes,
que me dejes escribir del amor que aún te tengo
y dejes de susurrarme cosas que hoy no quiero,
ni deseo escuchar?

Caminé por la ciudad procurando distraerme,
me perdí entre la gente,
tanto hablé para dejar de pensarte
que la voz ya no me sale.

Paré un rato y sin darme cuenta
me vi sentada en aquél lugar
donde por largas horas hablamos
de tantas y tantas cosas.

Ay, cómo me dolió entonces tu ausencia
cómo anhelé que estés presente
así, entre el vaivén de la gente
hasta me pareció verte.

Percibí tu aroma a roble,
aroma de hombre amado y mío,
me senté y frente a mí
solo estabas tú, mirándome como antes,
reclamando no sé qué,
eso ahora ya no importa.

Solo importa que me rindo
y por hoy, lo admito
estás aquí, estás presente,
estás y eres ... siempre tú.

Tercer Escrito

Llueve

Llueve, y esta cortina serena
evoca mil sueños sobre tu pecho ... y yo,
llueve, y la alegría se va volviendo pena,
porque también el alma se moja ... y tú.

Llueve y en mis ojos tengo ganas
de llover como llueve el alma
en tu ausencia tan presente ... y yo.

Llueve y el amor de las aves,
las caricias de sus plumas,
me despiertan las ganas
de llorar en tu ausencia
tan presente ... y yo.

Llueve y se aman los peces,
se aman bajo la lluvia las serpientes,
y tu ausencia se hace intensa
como el roce de la sangre
sobre cada una de mis venas.

Llueve y me perturba tu ausencia
tu timidez taciturna
bajo la luz de la luna.

Y me pregunto ¿por qué
la pasión por tí no me toma?
¿por qué sólo tú has de amarme?,
¿qué hacer para corresponder
a tu amor fiel, leal y constante?

Llueve, y yo solo puedo desearte
miles de venturas
y el corazón se me parte,
porque tal vez, me digo,
no vuelva en la vida a encontrar
un amor tan completo y tan constante.

Y con el tiempo, tal vez solo la lluvia
pueda hacer que te vuelva a recordar
cualquier tarde, cualquier noche nublada
y junto al cielo llore por tu amor
taciturno, tan completo y constante.

Cuarto Escrito

Mayo

Siempre en mayo me suceden cosas,
blancas, negras o de color rosa.
Siempre en mayo me pongo de pie
y le digo a la vida: aquí estoy, otra vez.

En mayo, mi corazón se partió
en sangre que sangró
toda una tarde
que el padre para siempre se fue.

En mayo, por primera vez
supe que el amor era dulce
y amargo a la vez.

En mayo, por segunda y tercera vez
el amor volvió a ser dulce
y amargo a la vez.

¿Qué tendrá mayo
que me toma por asalto
cuando más guardado
tengo el corazón?

Y lo deja sangrando
toda una tarde
para todo el año
hasta el otro mayo
en que sangrará otra vez.

Quinto Escrito

Solo Gris

Ese color gris, permanente
entre tú y yo,
ese color opaca mi pensar
impide verte,
conocerte de verdad.

Ese color gris me exaspera
porque el misterio no me va,
ese color se entromete
entre tu verdad y mi ansiedad
me confunde,
y me absorbe
en el ocaso estival.

Me pregunto si algún día
cercano o lejano
ese gris se tornará humo
o me dejará verte,
conocerte,
enfrentarte,
saber a quién estoy amando
porque amar así ... en gris
no me va.

Amar así, en gris
sin verte,
es como un viento envolvente
que me hace girar,
me marea, me acongoja
y no me deja pensar.
Amarte en gris será breve
porque el gris me adormece,
y cuando uno se duerme
el amor poco a poco ... se muere.

Sexto Escrito

Vuélvete a mí

No me dejes pasar por el río
sin llevarme de Tu mano,
no me dejes cruzar el puente
sin asirme de Tu manto,
no me dejes mirar la noche,
sin Tu luz, sin Tu mente.
Llena todos mis espacios,
cubre todos mis rincones,
ordena mis ilusiones,
espanta mis temores,
escoge a mis amores,
hazme amar al que Tú elijas,
no dejes que me confunda,
no dejes que me deslumbre,
solo háblame, te escucho...
Líbrame de mí misma,
sonríeme, mírame, vuélvete a mí...
sólo Tú me haces feliz.

Sétimo Escrito

Te Ofrezco
Te ofrezco a toda hora,
mi mano franca y sincera,
no es ilusión pasajera
es realidad que pretende
borrar tu pasado- presente.

Te ofrezco, mi silencio y mis palabras
antes que digas: “espera”,
yo te ofrezco esperar,
a que se calme tu mar
furibundo, espumoso,
lleno de algas marrones,
de pesadillas insomnes
y de agitadas historias.
Te ofrezco, aunque no quieras,
una sonrisa y mi paz,
que haga renacer tu confianza,
y puedas volver a creer
que el amor puede ser eterno,
durar toda esta vida
y la que que viene después.

Octavo Escrito


Preguntas


¿Qué es el amor?, preguntaste un día

y yo traté de responder sin demora,

amar es entregar el corazón,

es darlo todo, sin medida ...

No, no quiero saber qué es amar

quiero saber qué es el amor,

si yo sé qué es el amor

sabré qué es amar,

solo dime: ¿Qué es el amor?


Si amas, dices la verdad

por dura que parezca

si amas, extrañarás ...

No, no, no, no quiero saber

qué haces si amas

quiero saber qué es el amor

¿es tán difícil responder?


El amor ... sí ... ¿qué es el amor?

dejaré hablar al corazón,

él sabe qué es el amor ...


El amor es mirarme

en tus ojos color de miel

y descubrir la profundidad

de tu alma sin que digas una palabra,

el amor es desear

que el tiempo a tu lado sea eterno,

es saber que estás bien,

que no te falta nada,

es contemplar en silencio,

a tu lado,

las aves que en bandada

surcan el espacio infinito.


Es estar juntos

bajo esta enorme placenta,

amor es entenderte,

hacer corta la distancia,

es verte, sin verte

porque estás siempre presente,

amor es dejarte ir,

dejarte venir,

saberte libre y sonreir.


Amor es cada minuto por tí

es madrugar para ganar el pan,

es respirar para vivir,

todo por tí ...

Al fin respondiste,

"creo que entendí,

amor: eres tú"

y yo fuí feliz.




Lázaro y su Aurora

Mira cómo Aurora, una perrita sin raza, le lame las heridas
a un hombre al que llamaremos Lázaro;
a su lado todo es fiesta, ella ignora su dolor
y Lázaro sonríe, a veces se ríe
la gente que lo ve, lo cree feliz
y lo envidia, sin decir.

"Tiene NADA ... y es feliz",
pero él ríe por inercia
contagiado por las risas o se ríe de su vida,
ríe, porque la indiferencia no sería una salida
ríe, porque le gusta enseñar sus dientes grises,
ríe porque lo envidian
o porque Aurora le lame y eso le hace cosquillas.

"Hoy tendremos un festín querida,
yo no me puedo parar,
más tú lo harás por mí;
será un día de carreras,
tú correras con las patas
mi fuerza irá trás de tí,
escogerás las mejores presas,
el pan no me gusta mucho ...

Aurora, cómo te quiero, yo ¿qué me haría sin tí?
tú eres mis pies, mis manos,
el paño que cuida mis heridas
o que recibe mis lágrimas
cuando ya no pasa nadie por la calle
cuando ya no me debo ocultar,
cuando vivo la afrenta de mi diaria miseria
cuando se crispan los músculos de mi cara
y tú angustiada chillas suavecito,
me miras con ojos vidriosos,
meneas la cola y escribes "amigo";
entonces sí que sonrío,
entonces sí que soy feliz".

"Hoy Aurora, tendremos trabajo,
es decir podremos comer,
mira llegan ... ¡cuántos invitados!,
¡cuánta dama!, ¡cuánto caballero!
¡cuánto lujo, cuánto dinero derrochado!"
y otra vez, las risas de un mundo enmascarado,
contagian el alma de Lázaro.

Empiezan a echar los restos en los tachos de basura
y Aurora su nocturno trajín.
Trajo un hueso con mucha carne aún,
Lázaro come, Aurora fue por más,
pasan diez, veinte muchos minutos,
a Lázaro se le hacen una eternidad,
ha terminado de roerse el primer hueso,
¿el último quizá?

Se inquieta ... algo pasa ...
poco a poco, todo el mundo se retira de la casa,
¿y su Aurora? ... "Dios mío ... si me pudiera levantar"
"mas, ¿qué veo?"
Un hombre jala algo que ...
no, no puede ser ¿es el cadáver de un perro?
"Habráse visto, animalejo de marras,
meterse hasta la cocina y a robar nada menos"
"Estos perros callejeros son muy osados,
se lo merece ... ¡en las calles uno menos!"

"No, es para no creerlo, yo tengo la culpa,
Aurora fue a la cocina para traerme una presa ..."
Lázaro reclina la cabeza, mira al cielo,
increiblemente no llora ... sonríe,
"Aurora, pelucita Aurora; si hay un cielo
para los perros, desde ahí tú puedes verme,
y por eso no lloro, porque eres tan loca
que serías capaz de bajar
para menear tu colita
para chillar suavecito y yo no quiero que vuelvas,
yo ya no quiero que sufras,
te sonrío y la pena me consume el alma.

La pena es como ácido sobre la carne,
los celos son como gusanos sobre la carne,
la envidia es como ... no sé ... nunca he sentido envidia,
he sido un hombre afortunado,
sin nada que cuidar, sin desvelos,
añorando, siempre añorando,
con el árbol de la añoranza siempre verde,
pero añorando, nada de acá, de esta tierra,
sino de allá, más arriba o un poco más abajo de donde tú estás".

"Mi fiel amiga, mi silenciosa amiga,
mi lejana amiga, no lloro ... ¿ves?
porque serías capaz de ..."
Las ideas han huido del cerebro del mendigo,
¿qué sucede en esta frontera imponente?
cuando uno está dormido,
pero la mente se funde o se endurece,
¿es la cercanía de la muerte?
o ¿es el cansancio de la vida?

El cielo está estrellado como nunca,
como de fiesta para recibir a alguien,
como dispuesto a mostrarle sus galas,
Lázaro ya no piensa, Lázaro aún respira,
aún le roba a la tierra su olor a noche quemada
Lázaro piensa en la nada,
la nada es como el lugar en el que está el humo.

Un cuerpo se ha doblado
como una momia Paracas,
Lázaro oye trompetas y una voz que le llama
y él quiere partir, su corazón reboza ...
Lázaro sí que está muerto,
si el corazón reboza, es porque uno está muerto,
muerto de alegría, muerto de gozo, pero muerto al fin y al cabo...

"¡Qué noche la de anoche!"
El sol saluda a las hojas que no se dejan ver,
el cielo está despejado, ni una nube, tan azul,
"El mendigo está tieso, venga a ver ... etecé, etecé..."
"Y su perro?, qué fue de su perro?"
"Aurora no era un perro", les diría tal vez Lázaro,
era femenina, murió unas horas antes que yo,
no me pregunten cómo, pero así,
exactamente igual que la mataron a ella me mataron a mí"

En el sitio del mendigo, perdón, de Lázaro
solo queda un abrigo viejo, raído, sucio,
por unas horas más será algo de Lázaro
que aún queda en esta tierra
y se apresurarán a desaparecerlo,
limpiarán el sitio y el mundo ... dará sus vueltas,
las penas de tanta gente
a tan pocos le interesan
nadie hablará más de Lázaro: el rico,
porque él era rico ... tenía un alma,
y era ... profundamente humano.

Y LOS DÍAS PASAN

Y los días que pasan
son como gacelas
que veloces escapan
del cruel depredador.
Son como tenazas
que abrazan
los carbones
encendidos y rojos
nos dejan marcas
en el alma, marcas
que estremecen
remecen, marcas
cual dientes
de tigre
en la piel de un gorrión.
Pero no temo, siento
la cercanía a Dios
llega, lenta, llega
la que nos lleva, llega
al valle de las sombras
y de ella, su valle
su reino, breve, suyo
duele, breve dolor
que hiere
más al que se queda,
más al que respira
el aire frío del valle.
Y se congelan sus dedos
que buscan abrazarme
tocarme
y yo no quiero, no ...
me resisto y al pensar en tí
más fuerzas tengo,
y por amarte tanto
me quedo.

EL VALLE DE SOMBRAS

Es húmedo y oscuro
percibo un olor a tierra mojada,
y de hongos aplastados
abro desmesuradamente los ojos
pero ... no veo,
hablo ... nadie me responde
respiro ... cada vez más lento,
solo sé que al final
del sombrío camino
se abrirá otro ... pleno
circundado de flores
que se moverán a los lados
al verme decidida ... avanzar
hacia el fin ... al comienzo
de una vida que no tendrá final.

El Dios Triste (Gabriela Mistral)



Mirando la alameda de otoño lacerada,
la alameda profunda de vejez amarilla,
como cuando camino por la hierba segada
busco el rostro de Dios y palpo su mejilla.

Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto
por la alameda de oro y de rojez yo siento
un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto
¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!

Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte
Señor, al que cantara de locura embriagada,
no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte
tiene la mano laxa, la mejilla cansada.

Se oye en su corazón un rumor de alameda
de otoño: el desgajarse de la suma tristeza.
Su mirada hacia mí como lágrima rueda
y esa mirada mustia me inclina la cabeza.

Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente,
plegaria que del polvo del mundo no ha subido:
"Padre, nada te pido, pues te miro a la frente
y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido".
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Cuántas veces hacemos cosas que entristecen el corazón de Dios...

Yo quiero ser



Señor yo quiero ser
como la masa de pan
que tú puedas moldear
y en el horno de las pruebas
pueda tomar el punto
que agrade tu paladar.

Señor yo quiero ser
como un frágil cristal
que al fallarte se empañe
y que lo pueda notar
para acercarme a tí pronto
a que me puedas limpiar.