Mira cómo Aurora, una perrita sin raza, le lame las heridas
a un hombre al que llamaremos Lázaro;
a su lado todo es fiesta, ella ignora su dolor
y Lázaro sonríe, a veces se ríe
la gente que lo ve, lo cree feliz
y lo envidia, sin decir.
"Tiene NADA ... y es feliz",
pero él ríe por inercia
contagiado por las risas o se ríe de su vida,
ríe, porque la indiferencia no sería una salida
ríe, porque le gusta enseñar sus dientes grises,
ríe porque lo envidian
o porque Aurora le lame y eso le hace cosquillas.
"Hoy tendremos un festín querida,
yo no me puedo parar,
más tú lo harás por mí;
será un día de carreras,
tú correras con las patas
mi fuerza irá trás de tí,
escogerás las mejores presas,
el pan no me gusta mucho ...
Aurora, cómo te quiero, yo ¿qué me haría sin tí?
tú eres mis pies, mis manos,
el paño que cuida mis heridas
o que recibe mis lágrimas
cuando ya no pasa nadie por la calle
cuando ya no me debo ocultar,
cuando vivo la afrenta de mi diaria miseria
cuando se crispan los músculos de mi cara
y tú angustiada chillas suavecito,
me miras con ojos vidriosos,
meneas la cola y escribes "amigo";
entonces sí que sonrío,
entonces sí que soy feliz".
"Hoy Aurora, tendremos trabajo,
es decir podremos comer,
mira llegan ... ¡cuántos invitados!,
¡cuánta dama!, ¡cuánto caballero!
¡cuánto lujo, cuánto dinero derrochado!"
y otra vez, las risas de un mundo enmascarado,
contagian el alma de Lázaro.
Empiezan a echar los restos en los tachos de basura
y Aurora su nocturno trajín.
Trajo un hueso con mucha carne aún,
Lázaro come, Aurora fue por más,
pasan diez, veinte muchos minutos,
a Lázaro se le hacen una eternidad,
ha terminado de roerse el primer hueso,
¿el último quizá?
Se inquieta ... algo pasa ...
poco a poco, todo el mundo se retira de la casa,
¿y su Aurora? ... "Dios mío ... si me pudiera levantar"
"mas, ¿qué veo?"
Un hombre jala algo que ...
no, no puede ser ¿es el cadáver de un perro?
"Habráse visto, animalejo de marras,
meterse hasta la cocina y a robar nada menos"
"Estos perros callejeros son muy osados,
se lo merece ... ¡en las calles uno menos!"
"No, es para no creerlo, yo tengo la culpa,
Aurora fue a la cocina para traerme una presa ..."
Lázaro reclina la cabeza, mira al cielo,
increiblemente no llora ... sonríe,
"Aurora, pelucita Aurora; si hay un cielo
para los perros, desde ahí tú puedes verme,
y por eso no lloro, porque eres tan loca
que serías capaz de bajar
para menear tu colita
para chillar suavecito y yo no quiero que vuelvas,
yo ya no quiero que sufras,
te sonrío y la pena me consume el alma.
La pena es como ácido sobre la carne,
los celos son como gusanos sobre la carne,
la envidia es como ... no sé ... nunca he sentido envidia,
he sido un hombre afortunado,
sin nada que cuidar, sin desvelos,
añorando, siempre añorando,
con el árbol de la añoranza siempre verde,
pero añorando, nada de acá, de esta tierra,
sino de allá, más arriba o un poco más abajo de donde tú estás".
"Mi fiel amiga, mi silenciosa amiga,
mi lejana amiga, no lloro ... ¿ves?
porque serías capaz de ..."
Las ideas han huido del cerebro del mendigo,
¿qué sucede en esta frontera imponente?
cuando uno está dormido,
pero la mente se funde o se endurece,
¿es la cercanía de la muerte?
o ¿es el cansancio de la vida?
El cielo está estrellado como nunca,
como de fiesta para recibir a alguien,
como dispuesto a mostrarle sus galas,
Lázaro ya no piensa, Lázaro aún respira,
aún le roba a la tierra su olor a noche quemada
Lázaro piensa en la nada,
la nada es como el lugar en el que está el humo.
Un cuerpo se ha doblado
como una momia Paracas,
Lázaro oye trompetas y una voz que le llama
y él quiere partir, su corazón reboza ...
Lázaro sí que está muerto,
si el corazón reboza, es porque uno está muerto,
muerto de alegría, muerto de gozo, pero muerto al fin y al cabo...
"¡Qué noche la de anoche!"
El sol saluda a las hojas que no se dejan ver,
el cielo está despejado, ni una nube, tan azul,
"El mendigo está tieso, venga a ver ... etecé, etecé..."
"Y su perro?, qué fue de su perro?"
"Aurora no era un perro", les diría tal vez Lázaro,
era femenina, murió unas horas antes que yo,
no me pregunten cómo, pero así,
exactamente igual que la mataron a ella me mataron a mí"
En el sitio del mendigo, perdón, de Lázaro
solo queda un abrigo viejo, raído, sucio,
por unas horas más será algo de Lázaro
que aún queda en esta tierra
y se apresurarán a desaparecerlo,
limpiarán el sitio y el mundo ... dará sus vueltas,
las penas de tanta gente
a tan pocos le interesan
nadie hablará más de Lázaro: el rico,
porque él era rico ... tenía un alma,
y era ... profundamente humano.
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